Me convertí en la burla de algunos compañeros por mi pelo, "rulitos carozzi", así me decían, así me decían casi todos los días. Me convertí en el niño que parecía niña, me corté el pelo; me reí harto sí, no me quejo, a mi también me gustaba molestar. Teníamos un patio en el Kinder que era pura vegetación, jugábamos a las escondidas, a la pinta, nos columpiábamos, corríamos e íbamos todos juntos al baño a hacer caquita.
Bailamos varias veces, casi todo el año haciendo show por cada día que se celebraba algo en particular; el día del alumno, fiestas patrias, navidad, pascua, de todo. El Director del colegio era ex-carabinero, o al menos eso fue lo que me dijo mi mamá cuando le pregunté por la pistola que tenía. Conocí a la pérgola de las flores, y la pasé bien. Después de Kinder hicimos esa misma presentación como 3 o 4 veces. El chico Ignacio estaba chato, yo también, me daba vergüenza un poco bailar, pero me acostumbré a hacerlo seguido.
Desde primero básico a cuarto básico no hay muchas cosas de las que me acuerde, estaba generalmente jugando contra nuestros fieles archienemigos de la básica; siempre fuimos el curso "B", los del "A" nos hacían la guerra todos los días, nos teníamos mala, pero brígido fue cuando nos tuvieron que juntar en las alianzas, no cooperábamos mucho. Siempre me destaqué por dos cosas en el colegio: la primera era que nunca faltaba a clases, iba todos los días; y la segunda es que nunca andaba buscando conflictos; con el Joao, el Manuel, el Pablo y el Ronald éramos los más piolas del curso. Siempre andábamos juntos, era raro vernos separados. En la sala de computación jugábamos "Abrapalabra", ese maldito juego nos enseño a hablar y a escribir.

En quinto básico nos cambiaron a la profesora Juanita, pucha que era bacán esa profe. Y todos de a poco fuimos cambiando, algunos se fueron y otros se quedaron para siempre hasta octavo básico, recuerdo ya que por esos últimos cuatro años que nos quedaban antes de irnos a la media, pasaron cosas locas igual; había un loco en el "A" que me pasaban weando, y como yo no sabía pelear y mucho menos defenderme, el Felipe, que era más malo que la chucha, me fue a defender con el chico Robin en una reunión de apoderados; siempre nos quedábamos jugando en esas reuniones, y en una de esas le fueron a pegar a este niño, le decían Larry, pero no me acuerdo si se llamaba así o si le decían así por algún otro motivo. Después los papás fueron a lesear al colegio porque el cabro nos sapió, pero yo zafé porque yo nunca le pegué al loco.
Ya en sexto nos juntaron como curso con el "A" y a varios no les gustó ese cambio, principalmente porque no nos llevábamos muy bien; igual era cosa de tiempo para que nos pudiéramos hacer todos "amigos". Recibí varios diplomas, como el de asistencia perfecta y el de la mejor oda al colegio. De ahí en adelante, bajé mis notas y me puse más flojo.
En los últimos dos años nos pasamos a estudiar en contenedores, porque se supone que iban a reconstruir nuestro colegio. Sin embargo, el jefe de obra se suicidó y dejó el trabajo a medias, se llevó los planos y todo con él, y nunca más volvieron a tocar ese lugar. Nos quedamos para siempre en los contenedores, me daba un poco de vergüenza entrar a ese lugar, parecía cualquier cosa menos colegio. Igual la pasamos bien, no me quejé nunca en realidad. Llegó gente nueva y siendo muy sincero, no hay mucho que destacar en esta etapa: aprendí a tocar guitarra, tuve clases de periodismo, salí rey feo del año 2011 y ya; después me gradué.
Disculpen si estoy escribiendo de manera tan tajante, pero aún sigo pensando en que hay cosas muy rescatables en este periodo de las que no me acuerdo bien. Siempre jugué, de eso me acuerdo, y me reí harto con los que apañaban a todos lados. Recuerdo el gol del Joao a último minuto, cuando nos pusimos a jugar bajo la lluvia, de entrar después de recreo hediondos y sudados , sacando como locos hojas de los cuadernos para hacer una pelota con la que seguiríamos jugando en la segunda hora. Recuerdo haber llegado al colegio a hablar con el Manuel y el Joao porque había jugado "God of War" y salían unas mujeres desnudas. Recuerdo haber tocado la campana del recreo de pura mala onda, para que todos salieran de clases. Recuerdo haber hecho que el Robin votara leche de frutilla por la nariz, después de haberle contado un chiste que me había enseñado mi papá.
Eso recuerdo del colegio, y menos mal que lo escribo, porque más adelante se me puede olvidar.
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